Menú Cerrar

Ser o no ser un emprendedor - Pros y Contras de un estilo de vida

Si estás leyendo estas líneas es porque de alguna forma te estás planteando un cambio en tu vida laboral. Lo primero que tienes que saber es que una decisión como esta no se limita al ámbito laboral, sino también al profesional e incluso al social.

Yo he trabajado en relación de dependencia y he sido y soy un emprendedor desde que me recibí de Licenciado en Informática. Hoy, casi 30 años después de mi primer emprendimiento, soy un pequeño empresario con una relativamente buena posición económica y una persona de éxito (tema aparte entender a qué llamamos éxito), aunque no al punto de haber alcanzado la cima, ni mucho menos. Es decir, no voy a contarte un cuento de hadas sentado en el trono de la abundancia, sino una historia real. Tal vez te ayude a decidirte.

Haciendo un brevísimo resumen, para que sepas quién es el que te está hablando (o escribiendo), te cuento que vengo de una familia de argentinos de clase media, como tantos otros. Nunca me faltó nada, pero tampoco me sobró. Tuve que trabajar para poder pagarme la universidad y terminar mi carrera. Pasé por varios trabajos, todos bastante mal pagos. En todos aprendí algo y estoy agradecido de ello.

 

¿No te ha pasado que ya desde muy temprana edad tuvieras un objetivo, un sueño o una meta en tu vida? Como cuando siendo niño te dicen «¿qué quieres ser cuando seas grande?»

En mi caso, siendo yo apenas un adolescente, cada vez que me preguntaban sobre mi futuro, yo les respondía que quería tener mi propia empresa. Unos 6 meses después de haberme recibido, fundamos con un amigo de la facultad nuestra primera consultora de sistemas, en la cual hacíamos de todo (venta de hardware, cursos de informática y desarrollo de sistemas). El inicio fue durísimo, los números no cerraban y los problemas abundaban, pero éramos buenos en el desarrollo de software, por lo que el tiempo y la persistencia nos recompensó. Comenzamos a ganar más clientes, en general por recomendaciones, y los números empezaron a cerrar. Costó, pero lo logramos. Comenzamos a contratar a más gente y terminamos teniendo todo un piso de alquiler en la avenida Córdoba (pleno centro de la ciudad de Buenos Aires).

 

Hasta ese momento, puedo decirte que tenía lo que quería. Me sentaba en mi cómoda oficina en un quinto piso a ver el movimiento de la calle mientras tomaba un café y creía que lo tenía todo. Ojo, no es que tuviera un sueldo de película, para nada, pero estaba satisfecho profesionalmente (lo que para mí pesaba más que lo económico), ya que con menos de 30 años, había logrado mi objetivo de ser el dueño de mi propia empresa y trabajar haciendo lo que me apasionaba: programar.

¿Qué podría salir mal? Jajajaja, no tenía ni idea de lo que la vida me tenía reservado. Conocerás el dicho de «no recibimos lo que pedimos, sino lo que necesitamos». Bueno, así es…

man sitting on a chair and looking at a window

Como te podrás imaginar, administrar una empresa, aunque pequeña (en ese entonces creo que éramos entre empleados y contratados unas 15 o 20 personas), no es nada fácil. Aquí es donde no puedo evitar enojarme contra el sistema educativo, el cual no te prepara para ser un emprendedor, no te enseña de números, finanzas, administración, manejo de recursos, en resumen, educación financiera. No puede ser que únicamente haciendo la carrera de Administración de Empresas o Ciencias Económicas obtengas ese valioso conocimiento. Bueno, tan mal no lo hicimos, pero aprendimos a los golpes, prueba y error. Aquí podría terminar esta historia, pero recién estaba comenzando…

Si hay algo que nunca le faltó a la Argentina son las crisis. Bueno, haciéndola corta, pasamos por varias, pero no pudimos sobrevivir a la recesión del 2001 y, un par de años más tarde, nos fundimos. No voy a contar aquí todas por las que pasamos, basta saber que no nos quedó un peso partido al medio, ni un cliente activo y, eso sí, deudas para regalar. Diez años después de haber creado mi primera empresa, presencié su caída y tuvimos que empezar de nuevo.

Esa experiencia, si bien no fue agradable, fue sumamente instructiva (créanme: lo que no te mata, te enseña y fortalece). Aprendí muchísimo, como persona y como empresario. No volvería a cometer los mismos errores nunca más. En ese entonces, yo estaba casado y con dos hijos pequeños. Mi matrimonio se fortaleció, maduramos como pareja, nuestros hijos jamás se enteraron que durante meses comíamos gracias a las tarjetas de crédito y yo apenas ganaba para cubrir el pago mínimo.

Me planteé buscar trabajo en relación de dependencia con algún colega (en ese entonces, tenía varios que hubieran estado encantados de contratarme como analista y líder de proyectos) pero mi mujer me apoyó porque ella sabía que yo no sería plenamente feliz haciendo eso. Entonces hice lo único que podía hacer: me levanté, me sacudí el polvo y volví a empezar.

office with a lot of windows and a laptop

En el 2005 creé mi segunda empresa. Planteamos con mi socio una estructura diferente, algo innovadora para la época (hoy ya muchos la utilizan): un staff mínimo en relación de dependencia y el resto contratados como asociados o partners. Eso nos daría flexibilidad de movimiento para crecer en las buenas épocas y reducirnos rápidamente en las malas. En lugar de alquilar una oficina enorme para alojar a mucha gente (con gastos igual de grandes), contratamos espacios virtuales y de co-working (no tenían ese nombre en aquel entonces). Impulsamos el trabajo remoto (hoy home office) y la buena calidad de vida. Funcionó. Comenzamos nuevamente el lento camino del crecimiento y la expansión.

En el 2018 decidimos con mi familia emigrar a España y me asocié con un par de amigos en una startup con el objetivo crear el mejor software del mercado para la gestión de proyectos en metodologías ágiles. Así nació MyTaskPanel Consulting, una empresa Española con factory en Latinoamérica, que experimentó un crecimiento exponencial en muy poco tiempo, por lo cual recibimos varios premios y menciones que nos llenan de orgullo y nos motivan a seguir dando lo mejor.

Este sería ya mi tercer emprendimiento. Obviamente, ser emprendedor es lo mío. Sin embargo, esto no significa que sea el camino correcto para todos, ni que esté mal ser empleado. Está perfecto ser empleado (para algunos, no para mí, claro está).

La ventaja de un trabajo en relación de dependencia es la seguridad de contar con un salario, bueno o malo, pero regular. Siendo emprendedor, hay que estar preparado para las buenas y las malas. Si bien hoy en día mantengo un equilibrado balance entre ocio y trabajo, no siempre fue así y tuve que trabajar 10 horas por día e incluso varios fines de semana, cosa que no ocurre en general siendo empleado. Otra diferencia es que, si no sabes organizarte, es posible que como emprendedor te lleves los problemas a tu casa y tu relación de pareja, ya que la empresa es tuya, los problemas son todos personales, no laborales. Para ser un buen emprendedor, no tienes que desear únicamente ganar dinero, sino que se necesita amor y pasión por lo que se hace. El dinero es una consecuencia si haces bien el trabajo, pero no un objetivo.

Resumiendo, a mi modo de ver y nombrando sólo las ventajas de uno u otro sistema, podríamos concluir que las ventajas de ser un empleado en relación de dependencia son:

  • Salario seguro

  • Mayores prestaciones (cobertura médica, premios varios)

  • Vacaciones pagas

  • Posibilidad de crecimiento profesional haciendo carrera en la empresa

  • Horario de trabajo fijo y predeterminado

  • Menores preocupaciones laborales (se limitan a tu horario de trabajo)

Por otro lado, del lado de un emprendedor, las ventajas que yo veo son:

  • No hay límites a donde podrías llegar (con algo de suerte y mucho esfuerzo, claro está)

  • Puedes ganar mucho más que en relación de dependencia (pero también mucho menos)

  • Puedes manejar tu tiempo como mejor te parezca

  • Logras una mayor independencia, lo que redunda en una calidad de vida superior

  • Puedes hacer lo que realmente te gusta (no conozco un solo emprendedor que no lo sea en el terreno que le apasiona)

Una vez leí una frase con la que me siento plenamente identificado: «si trabajas de lo que te gusta, no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida»

Valencia's square

Hoy, casi tres décadas después de la creación de mi primera empresa, puedo decir que me siento una persona exitosa, tanto en el terreno personal como en el profesional. Tengo una relativamente buena posición económica y le doy muchísima importancia al balance entre mis obligaciones y mi tiempo de ocio. Me apasiona viajar y conocer otras culturas y formas de ver la vida. A veces pienso que si volviera a empezar con todo lo que ahora sé, no cometería tantos errores, pero tal vez no sería la misma persona, ni estaría donde estoy, ya que creo firmemente que somos la suma de nuestras vivencias.

Dicen que el camino que recorremos nos convierte en lo que somos. ¿Ya sabes por qué camino te gustaría seguir? No importa cual elijas, dedícate a ello con todo tu amor y pasión, es la única forma en que vale la pena vivir la vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.